La educación es un fenómeno que todos conocemos y que hemos
vivido porque es indispensable en el desarrollo del sujeto, de tal forma que sin
su concurso no podríamos hablar del ser humano. Por estos motivos, se usa con
frecuencia el vocablo educación para otorgar significado a diversos
acontecimientos cotidianos que se relacionan con lo educativo.
No obstante, tal como indican García Carrasco y García del Dujo
(1996), Esteve (1983) o Sarramona (2000), ni su uso, ni el conjunto de
conceptos que se relacionan con él, tales como enseñanza, aprendizaje,
condicionamiento, adoctrinamiento, etc., poseen precisión terminológica, debido
a la diversidad de aspectos que conforman el fenómeno educativo. Por ello, el
uso que se hace del término para referirse a las diversas dimensiones del
mismo, nos indica cierta dificultad para delimitar con precisión su significado
y su riqueza de acepciones.
García Carrasco (1987) recuerda esta circunstancia aludiendo al
hecho de que la educación no se refiere a una sola actividad, sino a un
conjunto diverso de ellas, por lo que su comprensión será compleja. Una de las
vías para esclarecer este asunto, tal y como aconsejan Ferrández y Sarramona
(1985), es la de describir las características, o notas esenciales, de las
definiciones que ofrecen del término los estudiosos del tema. Así pues, debido a la complejidad que
entraña la comprensión del término "educación", se hace necesario el
empleo de distintas perspectivas de análisis para lograrlo. A continuación vamos a presentar dos enfoques para su estudio. En el primero nos acercaremos a las
consideraciones etimológicas, así como a las manifestaciones intuitivas que surgen espontáneamente para referirse a la educación. En el segundo lo
haremos analizando las características básicas que aparecen en las definiciones de
educación que han aportado los autores y que harán referencia, según García
Carrasco y García del Dujo (1996), al componente ideal o utópico de lo que se
pretende, a la influencia externa, a la intencionalidad, a la humanidad del
fenómeno, a la perspectiva individual o social, a las relaciones de comunicación,
etc. Estas dimensiones las organizaremos atendiendo a dos ejes, la educación
como acción y como efecto, que aportarán orden comprensivo a los mismos.
ETIMOLOGÍA.
El vocablo "educación" aparece documentado en obras
literarias escritas en castellano no antes del siglo XVII. Hasta esas fechas,
según García Carrasco y García del Dujo (1996),
los términos que se empleaban eran los de "criar" y
"crianza", que hacían alusión a "sacar hacia adelante",
"adoctrinar" como sinónimo de "doctrino", y
"discipular" para indicar "disciplina" o
"discípulo". Son términos que se relacionan con los cuidados, la
protección y la ayuda material que dedicaban las personas adultas a los
individuos en proceso de desarrollo.
El término "educación" tiene un doble origen
etimológico, el cual puede ser entendido como complementario o antinómico,
según la perspectiva que se adopte al respecto. Su procedencia latina se
atribuye a los términos educere y educare. Como el verbo latino educere significa "conducir fuera de", "extraer de dentro hacia
fuera", desde esta posición, la educación se entiende como el desarrollo
de las potencialidades del sujeto basado en la capacidad que tiene para
desarrollarse. Más que la reproducción social, este enfoque plantea la
configuración de un sujeto individual y único. El término educare se identifica con los significados de
"criar", "alimentar" y se vincula con las influencias
educativas o acciones que desde el exterior se llevan a cabo para formar,
criar, instruir o guiar al individuo. Se refiere, por tanto, a las relaciones que
se establecen con el ambiente que son capaces de potenciar las posibilidades
educativas del sujeto. Subyace en esta acepción de educación una función
adaptativa y reproductora porque lo que pretende es la inserción de los sujetos
en la sociedad mediante la transmisión de determinados contenidos culturales.
El fundador de la sociología como disciplina científica, el sociólogo francés
Durkheim, es un representante de esta forma de concebir la educación, ya que
para él, la educación se concreta en la inclusión de los sujetos en la sociedad
a través del proceso de "socialización".
Siguiendo el concepto de educación como socialización, llegamos a la fórmula siguiente: La educación es
la acción ejercida por las generaciones adultas sobre aquéllas que no han
alcanzado todavía el grado de madurez necesario para la vida social. Tiene por
objeto el suscitar en el niño un cierto número de estados físicos, intelectuales
y morales que exigen de él tanto la sociedad política en su conjunto como el
medio ambiente específico al que está especialmente destinado.
Aunque en determinados momentos históricos, ambas posturas,
individualización y socialización, por separado, han sido utilizadas para
fundamentar los procesos educativos, en la actualidad se tiende a la
complementariedad, entendiéndose la educación como el conjunto de influencias
externas (socialización, educatividad) que permiten el desarrollo de las
potencialidades internas del sujeto (individualización, educabilidad).
Castillejo (1994) apoya esta idea interaccionista de la educación porque se
adecua mejor a las características de la persona, entendiéndola como un proceso
interactivo en el que intervienen el sujeto con capacidad personal para
desarrollarse (educere) y las influencias que provienen del medio (educare). En
este mismo sentido se manifiesta Pagés Santacana (1997), al sugerir que el
proceso educativo debe estar enmarcado en lo individual y social.
NOTAS CARACTERÍSTICAS DE LA EDUCACIÓN.
Como ya hemos comentado, para
abordar la compleja tarea de definir la educación, vamos a seguir la estrategia que han utilizado
otros estudiosos del tema, que consiste en delimitar y describir las
características más sobresalientes que aparecen en las distintas definiciones
de educación. Hemos recogido la propuesta de Luengo Navas (2004), que establece tres
dimensiones bipolares:
1. La primera se
refiere las influencias que recibe el sujeto desde su nacimiento para que se
convierta en persona. A este proceso lo ha denominado humanización, e incluye las características siguientes: humanidad,
perfeccionamiento, fin e integralidad.
2. La segunda parte atiende a dos elementos básicos de la educación: el sujeto que lleva a cabo la acción de
educar (el educador, el agente o agencias educativas) y el sujeto en el que se
concreta el efecto de dicha acción (el educando). Luengo Navas dispone las notas
atendiendo al sujeto que educa: influencia, intencionalidad, actividad,
comunicación y continuidad, y al sujeto que se educa: individualización y
socialización.
3. La tercera se interesa por lo que hacen el educador y el
educando en situación educativa, es decir, por la enseñanza y el aprendizaje, respectivamente. Se destacan de la enseñanza
la sistematización y la graduación, mientras que del aprendizaje se estudia el
adoctrinamiento, la manipulación, la instrucción y la formación, con la
intención de establecer límites precisos entre conceptos que son fácilmente
confundibles.
Perfeccionamiento Humano:
El ser humano nace inacabado y la educación, entendida como
proceso, lo que pretende es modificarlo para completarlo y optimizarlo, tomando
como referencia un modelo ideal de persona y de sociedad que le sirve de guía.
La educación trata, en definitiva, de hacer a la persona mejor de lo que en un
principio es, en un permanente proceso de perfeccionamiento.
Finalidad e Integralidad:
Para que los fines se
consideren como algo deseable, dado que se trata de hacer más valioso al
sujeto, es necesario que se apoyen en los valores y en las normas sociales. Por
tanto, los fines educativos son valores que se han elegido y que se pueden
tratar desde una perspectiva pedagógica, con independencia de que se consideren
como absolutos o como compromisos sociales (Sarramona, 1984). Una polémica que
surge en torno a esta cuestión se centra en la subjetividad que se puede
originar al elegir los valores que determinarán los fines de la educación, pero
como afirma Gervilla Castillo (1987), de lo que no cabe duda es que no se puede
educar sin una referencia explícita a la finalidad. Hacia lo que se tiende,
esto es, la finalidad educativa, tiene que ver con el ser humano. Un ser humano
dotado de todas sus cualidades y dimensiones. Por eso se dice que la educación
se dirige hacia el perfeccionamiento integral de la persona, no debiéndose
descuidar ninguna de sus capacidades integrantes: cognitivas, morales,
afectivas, éticas, estéticas, sociales, etc.
Influencia:
La educación implica relación social, influencia humana de unos
sobre otros. Ahora bien, a todas las influencias no las podemos considerar como
educativas, ya que deben cumplir algunos requisitos, tales como el respeto a la
libertad y a la dignidad de la persona. Aquí se puede utilizar la máxima de que
"el fin no puede justificar los medios".
Intencionalidad, Comunicación y Actividad:
La intencionalidad es otro de los elementos que caracterizan a
la educación. La definición restringida de la educación apoya la idea de
intencionalidad, que debe formar parte de la misma. Sin embargo, el sentido
amplio, que acoge a la educación informal o difusa, abarca todo tipo de
influencias que pueden incidir sobre el ser humano, y que, en propiedad, no se
deben considerar como propiamente educativas, ya que, como advierte Castillejo
(1984), son sólo incidencias de factores indeterminados que no están sometidos
a la razón de la persona y que incluso pueden perturbar el propio proceso
perfectivo del ser humano. Así pues, todos aquellos influjos que han sido
controlados y organizados por parte del educador de una forma consciente,
deliberada e intencional, para que incidan positivamente sobre el sujeto, con
el objeto de lograr su plenitud, entendida ésta como fin, son los que deben
considerarse como propiamente educativos.
Por otra parte, la educación es un fenómeno que se basa en las
influencias que establecen las personas entre sí, tratándose de un proceso
esencialmente relacional, en el que la comunicación juega un papel
determinante, hasta tal punto que, como afirma Sanvisens (1984), se ha constituido
en fundamento de la misma. Ahora bien, mientras que la relación comunicativa
consiste básicamente en la interrelación que sostienen dos o más personas
cuando intercambian información, la acción educativa, como sostiene Colom
(1982), está enmarcada en un conjunto de normas y valores propios de un
determinado sistema cultural, pretendiendo lograr la formación del sujeto. Por
ello, la educación, entendida como acción, se basa en el establecimiento de
canales de comunicación para alcanzar determinados objetivos educacionales. La educación como proceso de
perfeccionamiento implica acción por parte del educador (agente educativo) y
del educando. El primero, de una forma premeditada y sistematizada, trata de
organizar el contexto en el que se produce la enseñanza, con la intención de
favorecer el proceso perfectivo en los educandos, que se concretará en el
aprendizaje. Tal y como dice Castillejo (1987), con este tipo de acciones
planificadas, lo que se pretende a través de la educación es evitar el azar en
el proceso de configuración humana, controlando aquellas influencias que se
consideren negativas para tal fin. Todas
las tareas de planificación del currículum, tales como la determinación de
objetivos, la selección y secuenciación de contenidos, la metodología, los
recursos, las relaciones sociales, la evaluación, etc., son aspectos propios de
la tarea docente, desde la óptica de la acción. Pero el sujeto para el que está
pensada esta estrategia didáctica también debe poner en juego distintos
recursos intelectuales para que la información que recibe se integre, de manera
significativa y funcional, con los conocimientos que ya poseía.
Continuidad:
Hace alusión a las influencias educativas que recibe el sujeto
que está en proceso de formación. Cuando hemos hablado de la actividad y de la
comunicación, se ha planteado la necesidad de que las interacciones entre las
personas sean constantes y permanentes, lo que es aplicable a las acciones
educativas, dado que éstas deben buscar la mejora del sujeto de forma
incesante, porque nunca se alcanza el grado de perfección deseado (como fin
educativo). Por ello, la educación
puede, y debe, abarcar todas las etapas de la vida, y no circunscribirse sólo a
las etapas escolares. El concepto de "educación permanente" ha
llenado conceptualmente esta característica de la educación, planteando la
constante necesidad que tenemos de educarnos, y dando lugar a nuevos ámbitos
educativos como la "educación de adultos", la "educación de las
personas mayores", etc.
Individualización y Socialización:
La individualización y la socialización son dos rasgos vinculados
con el educando, entendiéndolos como los efectos de la educación. Otros autores
los califican como las funciones de la educación. Desde el punto de vista
individual, se aspira a que el sujeto adquiera las competencias formativas
necesarias que le permitan la comprensión y el manejo de los elementos
culturales necesarios para modificar y cambiar su entorno, identificándose en
este hecho la posibilidad transformadora o innovadora de la educación. Asimismo,
logrado un cierto nivel de madurez y de formación, el sujeto puede trazar sus
propias metas educativas y los medios idóneos para su consecución,
entendiéndose en este caso la educación como autorrealización.
Desde el punto de vista social, la educación se concibe como un
proceso socializador, que procura la adaptación y la incorporación del sujeto a
su medio físico y social, a través de la adquisición de los elementos propios
de la cultura (lenguaje, habilidades, costumbres, actitudes, normas, valores,
etc.,). Desde esta óptica, la educación se concibe como el medio ideado por la
cultura para insertar al sujeto en su seno. Por ello se dice que la educación
tiene una función reproductora, ya que la selección que se hace de los
contenidos culturales y su posterior transmisión trata de reproducir las
condiciones sociales e ideológicas de la sociedad en un momento histórico
determinado.
Enseñanza/Aprendizaje:
La enseñanza se predica del agente que influye intencionalmente
en el educando para que aprenda. Ahora bien, para que este proceso se produzca
al margen del azar, es necesario dotarlo de una estructura organizativa, para
que los elementos que lo integran se orienten eficazmente hacia la consecución
de los objetivos educativos. A esta característica se le ha asignado el nombre
de sistematismo.
La graduación es otra característica de la enseñanza y se
relaciona con la anterior. Plantea la necesidad de que en dicho proceso exista
cierto orden, ya que el aprendizaje se va estructurando sobre conocimientos previos.
De lo general a lo particular, de lo próximo a lo más lejano, serán principios
pedagógicos que se basan en este tipo de consideraciones.
El aprendizaje es el efecto de la educación. Son los cambios que
se producen en el sujeto que se está educando como consecuencia de las
influencias educativas y que son congruentes con las finalidades propuestas.
Cuando se produce el aprendizaje deseado, decimos que se han alcanzado los
objetivos educativos, como consecuencia de la planificación de la enseñanza. El
aprendizaje es un proceso que se produce en el sujeto, que es el objetivo de la
educación, en este caso intencional y planificada; mientras que la enseñanza,
su diseño y puesta en acción, corre a cargo de la persona que educa.
Y TÚ, ¿QUÉ ES PARA TI LA EDUCACIÓN?
Fuentes:
-Luengo Navas,J. J. (2004): "La educación como objeto de conocimiento: el concepto de educación", en Del Pozo Andrés, M. M. (coord.): Teorías e instituciones contemporáneas de educación. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid. pp. 45-60.
Pueden consultar el capítulo completo aquí.
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